Adiós al WhatsApp gratis: el fallo de la Corte que perjudicó a los más humildes

author photo mayo 31, 2025

 Por El Trino

En Colombia, donde más del 80% de las conexiones a internet son móviles y gran parte de la población apenas logra recargar unos pocos miles de pesos a la semana para tener datos, el reciente fallo de la Corte Constitucional cayó como un baldado de agua fría. La Sentencia C-206 de 2025 eliminó el llamado zero rating, una práctica que permitía a las operadoras móviles ofrecer acceso gratuito a ciertas aplicaciones como WhatsApp, Facebook e Instagram sin que se descontaran datos del plan o recarga del usuario.

El fallo, impulsado por una demanda liderada por la abogada Ana Bejarano, fue presentado como una victoria de la neutralidad en la red, la igualdad digital y la libertad informativa. Sin embargo, lo que para algunos es una conquista académica o legal, para millones de colombianos significa el fin de su única forma de estar conectados con el mundo.

Adiós al WhatsApp gratis: el fallo de la Corte que perjudicó a los más humildes



¿Qué era el zero rating?

La mayoría de colombianos no tiene acceso a WiFi en casa. En las zonas rurales, el internet sigue siendo un privilegio. Para esas personas, los operadores ofrecían planes prepagos donde al menos algunas aplicaciones –usualmente WhatsApp, Facebook o Instagram– no descontaban datos. Podían hablar con sus hijos, enviar una tarea, buscar empleo o simplemente mantenerse informados sin tener que pagar más. Ese alivio digital, mínimo pero significativo, es el que la Corte ahora prohíbe en nombre de una supuesta igualdad digital.


¿Quién pierde con este fallo?

Perdió María, una mujer cabeza de hogar en Soacha, que usa WhatsApp gratis para comunicarse con los clientes de su negocio de empanadas. Perdió Carlos, un joven de El Charco, Nariño, que enviaba sus tareas y recibía guías escolares por Facebook. Perdió Don Hernando, un adulto mayor que recibía los mensajes de voz de sus hijos migrantes a través de WhatsApp. Y perdió Lina, una estudiante de colegio público en la Costa que usaba Instagram para promover sus dibujos y vender comisiones de arte.

Eran miles, tal vez millones, de personas que sin tener internet completo encontraban en esas apps una herramienta para vivir con un poco más de dignidad digital. Porque el acceso a internet hoy no es lujo, es necesidad: para estudiar, trabajar, vender, hablar con la EPS, acceder a servicios estatales o simplemente comunicarse.

Ahora, con esta sentencia, todo eso queda condicionado al bolsillo. Si puedes pagar el plan, navegas. Si no, te callas, te desconectas y esperas.


El privilegio de decidir por los demás

Adiós al WhatsApp gratis: el fallo de la Corte que perjudicó a los más humildes
Ana Bejarano, quien promovió esta demanda, lo hizo desde la visión idealista de que toda la internet debe ser igual para todos, sin interferencias de las grandes plataformas ni favoritismos de los operadores. En teoría, es una postura válida: nadie quiere un internet controlado por Facebook o WhatsApp.

Pero el problema no es la teoría, es la desconexión con la realidad.

Bejarano, desde su acceso permanente a WiFi, iPhone y plan ilimitado, no representa al colombiano promedio. No conoce la angustia de recargar con lo mínimo para hablar con un hijo que está lejos. No ha tenido que elegir entre gastar en una recarga o pagar el transporte. No ha perdido un turno médico por no tener cómo entrar a una app.

Desde su escritorio con fibra óptica, demandó lo que para muchos era lo único que los mantenía conectados.


Cuando lo ideal mata lo útil

El fallo de la Corte se fundamenta en principios constitucionales importantes: libertad de expresión, pluralismo, neutralidad de red. Pero no se puede ignorar que una cosa es el deber ser, y otra muy distinta es lo que hay.

Sí, es cierto que limitar a las personas a solo tres o cuatro aplicaciones puede restringir su visión del mundo. Pero también es cierto que sin esas aplicaciones, su visión del mundo se apaga por completo. ¿No es preferible tener al menos una ventana, aunque sea parcial, que estar completamente encerrado?

La Corte, en su mayoría, no lo vio así. Solo tres magistrados se opusieron y advirtieron que esta decisión podría afectar más de lo que soluciona, quitando beneficios sin ofrecer alternativas reales. Porque ¿qué alternativa ofrecieron para quienes no tienen cobertura ni recursos? Ninguna.


¿Qué sigue ahora?

Las empresas de telefonía tienen un año para desmontar estos beneficios. En pocas palabras, en 2026 se acaba definitivamente el WhatsApp gratis en Colombia. Lo que parecía una ayuda modesta será cosa del pasado. Los operadores ya no podrán incluir beneficios sociales como acceso gratuito a apps educativas, de salud o redes básicas.

Y lo peor: esto se vendió como un avance, cuando en realidad es un retroceso para la población vulnerable. El gobierno, la Corte y los activistas deben entender que mientras no exista cobertura total, acceso masivo y tarifas asequibles, decisiones como estas solo ahondan la brecha digital.


Una falsa bandera de progreso

No estamos defendiendo a las multinacionales de telecomunicaciones. Lo que criticamos es que, una vez más, una supuesta victoria del “progresismo” termina afectando al pueblo que dice querer proteger.

Porque sí: puede que esta decisión sea impecable en teoría. Pero si deja a más gente aislada, incomunicada y sin herramientas básicas para sobrevivir digitalmente, entonces no es una victoria: es una derrota social.


Reflexión final

En un país tan desigual como Colombia, las decisiones deben partir de la realidad, no del privilegio. No se puede gobernar para el pueblo si no se vive como el pueblo. El internet es un derecho, sí, pero también es una necesidad concreta. Y a veces, lo urgente debe ir primero que lo ideal.

Quitar el WhatsApp gratis no resolvió ningún problema de fondo. Solo sumó otro más: la desconexión de millones que ya tenían poco y ahora tienen nada.

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