Daniel Briceño: ¿Concejal de Bogotá o 'fiscal de pantallazos'?

author photo abril 14, 2025
Daniel Briceño: ¿concejal de Bogotá o 'fiscal de pantallazos'?

Bogotá enfrenta desafíos enormes: inseguridad en aumento, pobreza creciente, movilidad al borde del colapso, crisis ambiental, falta de acceso a servicios básicos y barrios enteros olvidados por décadas. Y sin embargo, hay un concejal que parece vivir en otra realidad, completamente desconectado de las necesidades urgentes de la ciudad: Daniel Briceño.

¿Qué hace Briceño en el Concejo de Bogotá? No lo sabemos muy bien. Porque si uno revisa su trabajo legislativo, no hay mayores logros. No lidera debates de fondo, no propone soluciones estructurales, no se le ve en barrios con problemáticas reales ni encabeza propuestas serias que busquen mejorar la vida de los bogotanos. Pero eso sí: en redes sociales es hiperactivo. Su “gran aporte” es postear pantallazos de contratos públicos, insinuar escándalos donde no los hay y señalar con el dedo a cualquier persona que trabaje honestamente con el Estado.

En vez de hacer control político con datos, cifras y argumentos, Briceño se ha dedicado a una especie de inquisición digital donde su obsesión no es la corrupción, sino el trabajo ajeno. Mientras miles de funcionarios y contratistas cumplen funciones claves en salud, educación, cultura, atención social, comunicaciones y más, él solo se enfoca en mostrar montos de contratos como si fueran prueba de algún crimen. Pero nunca demuestra nada ilegal. No denuncia irregularidades. Solo siembra sospechas.

El doble rasero: critica a quienes trabajan, pero vive del Estado

Daniel Briceño parece olvidar que su salario —ese que recibe cada mes sin falta— también proviene del erario público. Es decir, él también es un funcionario del Estado. Y la gran pregunta es: ¿está haciendo algo por Bogotá?

Porque publicar nombres de contratistas no es un logro. Es información pública. La puede ver cualquier ciudadano. El problema es que Briceño lo hace con mala intención: no para informar, sino para desinformar. No para construir control político serio, sino para ganar likes y generar odio. Se ha vuelto experto en la política del escándalo sin sustancia.

Y lo más grave es que mientras señala a los demás, no rinde cuentas de lo que él hace —o no hace— por la ciudad.

El concejal que no aparece donde se necesita

Cuando hay crisis en los barrios, Briceño brilla por su ausencia. No se le ve en Usme cuando hay deslizamientos, ni en Bosa cuando hay inundaciones, ni en Kennedy cuando hay protestas por falta de seguridad. No lo vemos defendiendo el transporte digno ni aportando ideas sobre cómo enfrentar la crisis climática. No lidera mesas con jóvenes desempleados, ni propone soluciones para las mujeres cuidadoras, ni presenta iniciativas que mejoren la vida en las localidades.

Pero eso sí: cuando alguien firma un contrato con una entidad pública, Briceño se convierte en detective digital. Como si trabajar fuera pecado. Como si servir al Estado con transparencia fuera vergonzoso.

Bogotá merece algo mejor que un trino venenoso

La política no puede reducirse a la guerra sucia en redes. La ciudadanía espera mucho más de un concejal. Espera liderazgo, propuestas, trabajo territorial, articulación con la comunidad. Espera que los recursos públicos se cuiden, sí, pero también que se usen para transformar realidades. Para eso es la política.

Pero Briceño ha decidido otra ruta: la del show, la de los ataques sin contexto, la del ruido mediático sin contenido. Se convirtió en ese personaje que no hace, pero critica. Que no construye, pero destruye. Que no representa, pero se promueve a sí mismo.

¿Y entonces?

Si Daniel Briceño quiere seguir en la política, debería empezar a tomarse en serio su rol. Bogotá no necesita más twitteros con poder. Necesita concejales comprometidos, estudiosos, propositivos y valientes. Gente que dé la cara en las sesiones y en los barrios. No en los hilos de X.

Concejal Briceño, trabaje. O al menos, haga el intento. Porque Bogotá se respeta

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